Los Rosacruces afirmaban poseer facultades sobrenaturales que los hacían inmunes a las debilidades humanas, típicas de los hombres débiles y “comunes”.: no sintieron hambre ni sed, no envejecieron ni contrajeron enfermedades. Favorecidos por la revelación divina, conocían la perfección interna de los individuos: por eso negaban la entrada en la sociedad a personas que no eran dignas de ella.
Afirmaron tener la posibilidad de conocer lo que está más allá del espacio y el tiempo utilizando la Cábala y la numerología y gracias a las prodigiosas facultades que, dormidas en la mente de los hombres comunes, poseían en su totalidad.
Aseguraron que la Orden había existido desde la creación del mundo (veremos cómo), pero que no era clandestina sino por necesidad
Aseguraron que entre los muchos libros que había en sus bibliotecas había uno tan extraordinario que contenía todo el conocimiento de los libros escritos en todas las épocas y que se escribirían en el futuro. Se expresaban en un lenguaje exclusivamente suyo, a través del cual podían describir la naturaleza de toda la realidad.
Los rosacruces deben jurar mantener la fidelidad y la confidencialidad: mantener el secreto significaba sobrevivir durante siglos (algunos argumentan que los miembros importantes de la secta no necesitaban comer, pero tal vez sea solo la “supervivencia” de la secta, no individual).
Poseían poderes especiales
Es importante en esta organización poder mantener el secreto, esto significaba sobrevivir durante siglos. También se dedicaban a realizar clandestinamente amarres de amor.
Según los Rosacruces, un grupo de nueve hermanos “que venían de lejos” a veces aparecían para trabajar, con medios materiales y espirituales, por el bien de la humanidad (los miembros “desencarnados”). Todavía en la imprenta de Kassel, un año después de la impresión de la por el cual podrían describir la naturaleza de toda la realidad.
Las reuniones de la secta tuvieron lugar en la “Capilla del Espíritu Santo”. Se discutieron las propuestas de admisión de nuevos candidatos, así como las condiciones y pruebas a las que debían someterse para formar parte del grupo de “elegidos” (entre estos, el juramento inviolable de lealtad que prescribía la protección eterna del secreto de la orden y la más rigurosa castidad).